jueves, 10 de abril de 2008

NUEVAS TENDENCIAS: ENCUENTRO CON EL SÍMBOLO

Estas nuevas proposiciones nos presentan una imagen más sensualista e intimista, que surge notoriamente a partir de los años ochenta. En esta reciente manera de mirar, confluye una serie de factores, como la investigación de los efectos técnicos a modo de códigos expresivos y la entrada sistemática de la fotografía en las salas de museos y galerías, produciendo lentamente su comercialización única, como obra de arte. El acercamiento de ésta a la experiencia “artística” tradicionalmente concebida como encuentro a la belleza y la forma; la exploración básica de la subjetividad y del inconsciente a través de imágenes naturales o fabricadas unido a un cierto agotamiento generalizado de los susodichos temas “sociales”, será la pauta para la construcción de un lenguaje visual con características de contemporaneidad. Fragmentario, múltiple, ecléctico que se aleja del modernismo para introducirse en un postmodernismo con rasgos muy particulares.
Esta imagen está marcada por registros imaginarios en preferencia a los “reales”. Indudablemente, el color irrumpe con mayor ímpetu y junto al la seducción visual. Los efectos especiales, las puestas en escena, las yuxtaposiciones y un regreso a la alegoría como en la fotografía pictórica de principios de siglo son usuales durante estos años. Esta fotografía simbólica, manipulada, intimista, se acerca más a los patrones tradicionales de la pintura, perdiendo aquella calidad propiamente fotográfica para pasar a ser la impresión del mundo exterior.
Después de un par de años de laxitud y quietismo en el campo de la actividad artístico-cultural-fotográfica, se inaugura en 1984 en la galería ‘Los Espacios Cálidos’, del Ateneo de Caracas, una exposición organizada por Enrique Hernández D’Jesús, Paolo Gasparini, Victoria de Stéfano, Ricardo Armas, Vilma Ramia y Christiane Dimitríades, que lanza un desafío a los fotógrafos. Esta exhibición, ‘El riesgo’, es un llamado para que éstos abandonen caminos transitados por una fotografía tradicional, “documentalista” y aborden senderos más libres e imaginativos en su creación.
Entre los más claros expositores destacan Julio Vengoechea, Oswaldo Blanco, Ana Luisa Figueredo, Nelson Garrido, Fernando Carrizales, Ricardo Gómez Pérez y Marisela la Grave, quienes experimentan con la posibilidad expresiva del color para la elaboración de su relato visual.
En otro contexto, Abel Naím, Roberto Loscher, Vasco Szinetar, Soledad López, Claudio Perna, Antolín Sánchez, Enrique Hernández D’Jesús, Edgar Molina, María Teresa Boulton, Francisco Beaufrand, Alexander Apóstol y Ana María Yánez apuestan por la trascendencia del sueño y del simbolismo onírico, la figura humana, la figura velada.

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